Así lo aseguró Rafael Bielsa, embajador argentino en Chile, en una entrevista con Diario chileno La Tercera. 

Fue este mes que el embajador argentino en Chile, el abogado Rafael Bielsa, recién pudo arribar al país, pese a haber asumido en el cargo hace seis meses. La razón: semanas de postergación debido a la crisis sanitaria del coronavirus. Su contraparte en Argentina, el exdiputado RN Nicolás Monckeberg, llegó a mediados de enero al país trasandino.

Pero el excanciller de Néstor Kirchner entre 2003 y 2005 y hermano del exentrenador de la selección chilena Marcelo Bielsa, conoce muy bien la relación entre ambos países. Su rol como analista de política internacional lo mantiene muy cerca de lo que ocurre en la región. Eso sí, sabe muy bien que hoy su posición frente a las relaciones internacionales es distinta. Al ser consultado sobre su opinión del estallido social chileno, Bielsa es extremadamente cauteloso: “Cuando era un columnista habitual de medios en mi país, hubiera podido formular juicios más tajantes y apreciaciones particulares de mi cosecha”, dice.

Es que un su calidad de diplomático, el sigilo funciona como un deber, sobre todo luego de las últimas polémicas que han surgido entre ambos países a raíz de las comparaciones que ha realizado el Presidente Alberto Fernández, sobre cifras ligadas al manejo del Covid-19.

De todas formas, en esta entrevista por cuestionario con La Tercera, Bielsa, quien se mantiene en estricta cuarentena por 14 días, asegura que “las instrucciones del Presidente (Fernández), y mi propio temperamento en relación con Chile, coinciden en buscar con denuedo la armonía, la complementación y el progreso conjunto”.

En una reciente entrevista, usted declaró que “la diplomacia está para acercar a las partes, no para dinamitar las relaciones”, sobre la relación entre Argentina y Chile. ¿Cómo cree que será este vínculo entre ambos gobiernos, que ha tenido algunos roces por el tema de la pandemia?

Hay ocasiones en las que, quien se expresa, tiene una apreciación distorsionada sobre cómo habrán de escuchar lo dicho otras personas, porque no es a ellas a quienes se dirige. Como usted sabe, las palabras son a veces espejo de nuestro descontento por no haber hallado la más apropiada. Por lo que respecta a mi país, lo que usted califica como roces debe ser inscrito en lo que le acabo de decir: nada más que comparaciones generales con propósito didáctico para la población vernácula, que resuenan de otro modo en aquellos oídos a los que no estaban orientadas. No puedo decirle cómo será el vínculo, en tanto no trabajo de oráculo sino apenas de embajador, pero puedo asegurarle que las instrucciones del Presidente, y mi propio temperamento en relación con Chile, coinciden en buscar con denuedo la armonía, la complementación y el progreso conjunto, que es lo que merece la historia compartida.

¿Cuáles son los temas prioritarios en la agenda de colaboración entre Chile y Argentina?

La agenda es muy amplia y lo será aún más, al menos si se cumple lo que nos hemos propuesto. A manera de ejemplo, y tratando de recordar las cosas conversadas con el Presidente Fernández, trabajar para la materialización del paso internacional de Agua Negra, que tiene su andamiaje legal, el financiamiento internacional y que, además, alberga el Laboratorio Andes, un dispositivo subterráneo de vanguardia, para investigación en la detección y comprensión de los neutrinos. La agenda de las dos mesas creadas en el seno de la comisión binacional energética, que son la de Hidrocarburos y la de Energía Eléctrica, es muy variada. Son sectores dinámicos en ambos países, ahora con reglas de juego más estables en términos contractuales. Los recursos naturales de Argentina pueden ser de ayuda para que la transición energética chilena hacia ser un país neutral en materia de carbono, se dé armónicamente y sin sufrimientos para la actividad económica en general. El Presidente argentino tiene un marcado interés en el gasoducto “virtual”, para abastecer de Gas Natural Licuado (GNL) a partir de tráilers que se transportan por camiones. También recibí instrucciones de prestar atención a las posibilidades de interconexión eléctrica Chile-Argentina, así como a las nuevas modalidades que impone su país para la extracción de litio con respeto por el medio ambiente. Para nosotros, es muy importante en términos estratégicos definir nuestra participación en la futura licitación del cable transpacífico que unirá Asia con Sudamérica a través de fibra óptica. La red 5G, permite un envío de datos hasta 100 veces más rápido que los sistemas inalámbricos actuales, lo que implica una modificación cualitativa, debido al volumen y cantidad de información que se podrían procesar de forma instantánea. Finalmente, y no menos importante, la colaboración que estamos llevando adelante tanto en la Comisión Binacional de Cooperación Científica Marina Austral como en el Comité ad-hoc Argentina-Chile de coordinación de políticas en materia antártica y la propuesta conjunta de creación de un Área Marina Protegida en la zona, son asuntos de la mayor importancia para ambos países.

Lo que puedo asegurarle es que el Presidente Fernández tiene el deseo y la voluntad de mantener una relación armónica y dinámica con la administración Piñera y la determinación necesaria para que los vínculos con Chile se fortalezcan en toda la medida de sus posibilidades.

A fines del año pasado, Chile vivió un estallido social con manifestaciones muy cerca de la embajada de su país. ¿Cómo observó este proceso desde Argentina?

Lo seguí con mucha atención, por la prensa chilena, la internacional y el trabajo de los especialistas que lo han ido estudiando, y siguen haciéndolo. Cuando era un columnista habitual de medios en mi país, hubiera podido formular juicios más tajantes y apreciaciones particulares de mi cosecha. Sin llegar hasta el extremo de la conocida frase que dice que “el buen diplomático es una persona que primero piensa dos veces y finalmente no dice nada”, sus lectores sabrán comprender que tengo interiorizada la diferencia que hay entre ser analista y ser el embajador argentino acreditado en Chile.

A nivel regional, ¿cómo cree que se darán las dinámicas frente a la situación en Venezuela?

Es un hecho que el pueblo venezolano sufre y que el país tiene problemas. Cierto sector de la población suele ganar las calles, siguiendo una vieja tradición latinoamericana e hispana, que en la propia Venezuela registra los antecedentes de períodos como el gomecista, el pérezjimenista e inclusive el denominado Caracazo de 1989. Pero el mundo no es el mismo, Venezuela no es la misma, Maduro no es Gómez y el contexto se ha modificado profundamente. Habiendo dicho esto, y estando de acuerdo en que el Presidente Maduro tiene problemas, la oposición también y del mismo modo los venezolanos, mi gobierno piensa que es necesario encontrar una vía que permita estar más cerca de la solución, antes que ser parte de alguno de los sectores del problema. Si bien hay presidentes de la región que descalifican el diálogo como instrumento, y es sabido que algunos intentos de cambio de guión en la crisis venezolana quedaron en balbuceos, mi convicción, siguiendo algo que leí de Juan Pablo II, es que el diálogo que se basa en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos, y que otras formas de dirimir las controversias representan una derrota de la razón y de la humanidad. De ninguna manera estoy sugiriendo que Argentina se proponga para una mediación a la que no ha sido llamada, simplemente me estoy oponiendo a intervenciones contrarias a la mejor tradición doctrinaria latinoamericana y del derecho internacional vigente.

¿Cómo califica la estrategia del gobierno argentino frente al coronavirus, con una cuarentena que ya sobrepasó los 100 días?

Así como no hay universidades que enseñen la carrera “Cómo Ser Presidente”, tampoco el abordaje al coronavirus se imparte en los claustros. El mundo ha adoptado diversas estrategias, y no hay una que claramente saque ventaja a las otras. Si así fuera, todos los países la habrían adoptado. Además, hay sociedades más dóciles ante las directivas de la autoridad y otras más indóciles. En mi caso personal y para Argentina, creo que la estrategia adoptada ha sido la mejor de todas las posibles y a nuestro alcance.

Los niveles de pobreza son una de las principales problemáticas en Argentina. A su juicio, ¿qué se necesita para resolver estos índices en un escenario de crisis económica y en medio de la negociación por la deuda?

A mi juicio, las tres pandemias institucionales más importantes que ha padecido y padece Argentina son la periódica interrupción de procesos que iban en una dirección y pasan a tomar la inversa; la inequitativa distribución de la renta; y la fragilidad de las instituciones, que siempre acarrea descrédito a los ojos de quienes son gobernados. El plan de vuelo de Argentina que viene, se está escribiendo en este momento. O bien prevalece una minoría privilegiada, desentendida de quién y cómo gobierna y atenta a lo que recibe de quien sea de la manera que fuere, ciega de avaricia y ambiciosa de acumular poder para continuar con sus negocios, o prevalece una expresión política que tome en cuenta y adopte como norte a los más amenazados y más a la intemperie, que están fragmentados e inarticulados, que tienen trabajos precarios, que acceden con dificultad a la educación y a la salud, o que se han endeudado esperando conservar algo y terminaron por perderlo todo. Si la población se siente llamada a este futuro, no sólo la negociación por la deuda sino muchos otros problemas van a fluir. Con sacrificios difíciles de imaginar, pero repartidos en función de diferenciar las cargas entre quienes tienen más y quienes más necesitan.

¿Cuáles serán sus primeras actividades como embajador? ¿Ya tiene agendado encuentros con actores políticos del país?

El embajador propone y la pandemia dispone. Cuarentena estricta por 14 días. Reuniones personales y temáticas con la legación diplomática, en petit comité y distancia social. Resolución de vacancias, traslados y arribos. Supervisión de temas de ordinaria administración. Cuando el Presidente Piñera lo resuelva, presentación de cartas credenciales ante el Primer Mandatario o aquel funcionario en quien delegue el trámite.