Por Iván Nolazco. Escritor, periodista, catador de café especial. Especialista en agregado de valor y franquicias.
Entre las décadas de 1980 y 1990, ante el inicio de un mundo globalizado, los negocios y las políticas públicas estaban enfocadas en mejorar la inserción internacional por medio tanto de la integración regional como de la liberalización unilateral y multilateral.
En ese entonces, las zonas francas (ZF) ya eran populares en la región. Diversos países de América, en especial Centroamérica, habían creado áreas dentro de su territorio nacional en las que aplicaban regulaciones distintas al resto del país en forma de incentivos fiscales, financieros o regulatorios. En general, estas zonas tenían el objetivo de fomentar el incremento y la diversificación de las exportaciones, crear empleo, atraer inversiones y aumentar el ingreso de divisas; y en particular, promover el desarrollo de las regiones donde geopolíticamente se establecían.
En este periodo de cambios y recetas mágicas de gobiernos un tanto populistas aparecen nuevas ZF y se regulan las existentes. Tenemos que recordar que el primer país en tener las dos primeras ZF en su territorio fue la República Oriental del Uruguay (Colonia – Nueva Palmira, 1923), posteriormente Brasil (Manaos, 1967), Argentina (Tierra de Fuego, 1972), Chile (Iquique – Punta Arenas, 1975), Perú (Tacna, 1989) y finalmente Paraguay (Alto Paraná, 1995).
Estas zonas de tratamiento especial que nacieron como estrategia para el desarrollo empresarial han perfeccionado su estructura, mejorado procesos y estándares que hoy permiten replicar la franquicia en otras partes de su territorio, como es el caso de Uruguay, que a la fecha tiene once ZF de varios tipos: industriales, comerciales, logísticas, servicios, exportación y mixtas.
Polos de desarrollo
Si analizamos estas dos últimas décadas, podemos llegar a la conclusión de que la mayoría de las ZF ha alcanzado el objetivo específico de su creación; sin embargo, el objetivo general aún se encuentra distante de la visión para las cuales nacieron. Recordemos que las ZF nacen con partida de defunción, y su permanencia está en función de los objetivos cumplidos y las políticas económico – comerciales del gobierno de turno.
Argentina no ha sido la excepción a la norma. En su estructura básica y simple podemos decir que hay que diferenciar claramente dos instancias en el proceso: la creación del Área Aduanera Especial (AAE), para el extremo sur del país (Tierra de Fuego), que tiene características de ZF para el mercado interno, y el establecimiento de un régimen nacional de ZF en 1994, incorporando y esquematizando diversos antecedentes previos en su ejecución, teniendo en la actualidad, según la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) trece ZF habilitadas. Estos espacios comprenden zonas liberadas, es decir, con ingreso y egreso de productos sin impuestos de importación o con aranceles especiales, estrategia que debería impulsar el comercio y la industria.
El régimen nacional fue establecido por la Ley 24.331 de 1994, y nunca fue reglamentada ni modernizada. Incorporaba normas de casuística existentes desde comienzos de siglo, que se incluyeron con el objetivo de constituir polos de desarrollo en las regiones donde se establecieran. El objetivo principal de esta norma fue impulsar el comercio y la industria exportadora, aumentar la eficiencia y disminuir los costos operativos, y atraer nuevas inversiones para generar nuevas fuentes de trabajo. La ley apuntaba a la creación de una ZF por cada provincia y otras cuatro en aquellas regiones geográficas que lo justifiquen, ya sea por su situación crítica económicamente o en las provincias que se puedan ver favorecidas por tener frontera limítrofe con otros países.
Zona franca de Jáchal
El departamento Jáchal en la provincia de San Juan tiene geopolíticamente una localización estratégica dentro del corredor bioceánico. Como ya se explicó, las ZF deben cumplir objetivos generales y particulares; la ZF de Jáchal cumple con las dos premisas que sustentarían la delimitación de esta clase de espacio. La cercanía a la frontera con Chile y el bajo desarrollo social y comercial, apuntando claro a la puesta en marcha del proyecto binacional Paso de Agua Negra. Sin embargo, esta visionaria estrategia está viviendo el sueño de los justos, como bien reza la expresión popular. Han pasado treinta años y no existe ni un acápite de modernidad para una la ley de ZF que marcaría un cambio en el concepto social y comercial de San Juan.
«Toda repetición es una ofensa y toda comparación es odiosa», apunta el acervo popular, pero hay resultados que tenemos que conocer y tener presente para el futuro comercial de San Juan y, por ende, de Argentina. Es necesario resaltar lo siguiente: las ZF de Uruguay han alcanzado los mejores niveles de desarrollo, efectividad y competitividad en la región, tanto en comercio y logística como en servicios, producción industrial y exportaciones. La eficacia y eficiencia en la casuística comercial hoy les permite ser reconocidos en esta parte del cono sur.
Digno de admiración
El caso paraguayo es de admirar una ZF joven a diferencia de sus vecinos, pero la situación y dinámica de las dos tradicionales ZF en el Alto Paraná están concentrando un régimen de industrias maquiladoras de exportación excepcional, logrando en poco tiempo incrementar considerablemente el flujo de exportaciones. Un proceso sui generis que bien vale imitar si consideramos las limitaciones geopolíticas de Paraguay.
Sobre Chile, la planificación ya está marcada y ha evolucionado desde sus inicios en la década de 1970, logrando impulso en las de 1980 y 1990. Las dos ZF en las áreas extremas del país parecen cumplir estratégicamente con sus objetivos en materia comercial, de provisión de servicios y, en el caso de Iquique, de apertura hacia las exportaciones. Estas ZF son las pioneras en la industria de maquila, logrando el posicionamiento de marcas propias en la región y en el mundo. Con materia prima importada agregando valor in situ y colonizando marcas en nuevos mercados.
Conclusión
Pensar en una ZF en San Juan sea en Jáchal o en otro lugar de la provincia en este momento es muy relativo. Recordemos que la norma durmió treinta años, y no habido una iniciativa eficiente y coherente en el posicionamiento de un proyecto serio en su naturaleza. Existe una serie de desafíos para desarrollar una infraestructura adecuada e implementar sistemas que permitan el encadenamiento productivo; debemos apuntar al análisis de los procesos y estándares que están haciendo un modelo de éxito en las otras zonas de influencia comercial, la posibilidad de generar economías de aglomeración. La integración comercial global es fundamental y obliga a que las ZF se articulen de manera regional o interregional con otras ZF. Replicar la franquicia en nuestra realidad.
El trabajo es arduo para un mercado nacionalista por tradición, pero es la mejor estrategia para acoplarnos al sistema comercial globalizado que, como es posible apreciar, las tres principales zonas de influencia lo están logrando.
Fuente: Diario Mendoza Today