Desde hace un año los medios reflejan el incremento de los viajes de argentinos a Chile, tanto por turismo en general como por turismo de compras en particular. 

Claramente el principal motivo de algunos cruces fronterizos es el turismo de compras, el cual se extiende a los más impensados rubros. De hecho muchos productos y servicios que tradicionalmente no son considerados transables, en zonas de frontera si lo son (por ejemplo ir al supermercado, cargar nafta, ir a cenar, cortarse el pelo o incluso comprar materiales de construcción), por lo que la dinámica económica de la frontera es un buen indicador adelantado de la competitividad de toda la economía argentina. El consumo y la actividad económica en las fronteras están condicionados también por la dinámica económica, por los tipos de cambio existentes y los costos internos de cada país, entre ellos la presión tributaria, el costo de transporte/logístico y el costo salarial. En el caso del costo salarial, el problema no pasa por el salario promedio percibido por los trabajadores en los países vecinos sino principalmente porque las cargas laborales que deben enfrentar los empresarios en nuestro país son 60% superiores al promedio vigente en Latinoamérica. En este punto, por lo tanto, la única línea de acción disponible que no generaría pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores argentinos es la disminución de las cargas laborales. En lo que se refiere a la presión fiscal, al realizar la comparación de las alícuotas de sólo algunos tributos, sale a la luz como se explican los precios finales tan distintos en las ciudades fronterizas. De esta manera, por ejemplo el IVA que en nuestro país asciende al 21%, mientras que en otros países sólo alcanza el 10%. Otro caso es el del impuesto a las ganancias, que en nuestro país es del 35%, mientras que en otros países asciende al 10%. A su vez, también vemos que en Chile algunos productos (electrónicos por ejemplo) son incluso más baratos que en el país con menor carga tributaria de la región. En este caso claramente la explicación pasa por un sistema logístico mucho más eficiente, lo cual se traduce en reducción de costos y precios. Por lo tanto, la dinámica económica de las fronteras nos muestra que la competividad de una economía tiene muchas facetas, donde claramente el tipo de cambio es una de ellas, pero a su vez también existen asimetrías en otras áreas que nos permiten pensar en políticas públicas de aplicación regional con efectos en el corto plazo (principalmente en el área tributaria) y en el mediano plazo (en el área logística y transportes).

Las herramientas para solucionar, al menos parcialmente, el éxodo del turismo de compras que se ve a diario están disponibles. Ahora es necesario utilizarlas.

Fuente consultada: Informe de IERAL.